viernes, 29 de abril de 2016

Realismo mágico venezolano


Artículo de  EFE, escrito en El País: http://elpais.com/elpais/2016/04/27/opinion/1461778834_588397.html?id_externo_rsoc=TW_CC

La decisión del gobierno de Venezuela de paralizar casi por completo el día a día de la gestión del país instaurando para los funcionarios una semana laboral de dos días —lunes y martes— constituye una disparatada y peligrosísima huida hacia adelante de Nicolás Maduro para combatir la escasez energética.
La situación parece directamente extraida de un relato del realismo mágico. El Ejecutivo justifica la instauración del fin de semana de cinco días por el bajo nivel de agua —por la sequía— de una central hidroeléctrica que genera el 70% de la energía consumida en el país sudamericano. Suspendiendo, en principio durante quince días, la mayor parte de la actividad en el sector público —los colegios ya han declarado festivos los viernes— se pretende evitar el colapso energético.
La iniciativa de Maduro alimenta las sospechas de la oposición, que controla el Congreso: precisamente el martes comenzó la recogida de firmas necesarias para activar un referéndum revocatorio del mandato del presidente. Hay un plazo de 30 días hábiles para reunir esas firmas (hacen falta 195.000, el 1% de los inscritos en el registro electoral), pero ahora, con la semana oficial de dos días, el referéndum se puede posponer casi sine die.
El régimen de Maduro, enrocado en su negativa a reconocer que perdió estrepitosamente el respaldo popular en las elecciones legislativas del pasado seis de diciembre, puede seguir adoptando medidas desesperadas mientras —literalmente— mira al cielo esperando que llueva, pero apenas servirán para solucionar el desastre económico y administrativo. La brutal crisis energética que atraviesa uno de los países más ricos del mundo en reservas de petróleo solo es explicable por la incompetencia y la corrupción continuadas en la gestión de los recursos naturales. Y viene a sumarse a una precariedad material inconcebible hasta hace pocos años en un país como Venezuela.

jueves, 14 de abril de 2016

¿DE DÓNDE AGARRARSE? Por: Leonardo Padrón

Estamos cayendo al vacío. No hablo de la crisis económica, que ya es noticia vieja. Hablo del ánimo. Del entusiasmo para seguir apostando por el país. Quedan pocos metros de reserva. Es la consecuencia natural del derrumbe del país. Pero mientras nuestro cuerpo siga de pie, algo podemos hacer. Hay que ayudar a la mente. Atender su quejumbre. Sabemos que una densa calima ha penetrado sus pasillos. El optimismo se nos ha constipado. En la mente, ahí está ocurriendo nuestro principal desastre. Ella tiene clara la magnitud del descalabro. Los antidepresivos, los pocos que quedan, no alcanzan para barrer con el desánimo. Hay que apostar por estimulantes que no suelen ubicarse en las farmacias. Es una estrategia. Puede que funcione. Hagamos una lista. Odio la liturgia de la autoayuda, pero estamos en emergencia.
Por ejemplo. Contra las cadenas presidenciales, rock and roll. Fíjense, apenas llegaron los Rolling Stones a Cuba, Maduro tuvo que devolverse. La lista es amplia, desde Chuck Berry y Elvis Presley pasando por Aerosmith y desembocando en Led Zeppelin. ¿A quién no le alegra el ánimo una canción de Los Beatles? Tararee su estribillo favorito, mientras apaga las sandeces que emiten desde Miraflores. Si el rock está contraindicado para su perfil 20, encienda las cuatro esquinas de su casa con el repertorio de Ismael Rivera y Héctor Lavoe. Se descubrirá moviendo los labios y no para enunciar anatemas. No hay limitaciones, no hay censura. Si el antidepresivo que le funciona es el reguetón, pues bienvenido sean Daddy Yankee y su amplia corte de imitadores. Sí, ya sé que con eso no se consigue Harina Pan, pero ponerle música a su estupor puede agregar una diferencia.
Aprovechemos, por ejemplo, el decreto no oficial de oscuridad, los apagones eléctricos, para el cultivo de la lujuria. Volver a la piel del otro. Eso se impone. Muchas veces, el ritmo de vida atenta contra ese festejo que amerita laxitud, tiempo, pausa. Si usted ha espaciado sus afanes eróticos por las tribulaciones de la cotidianidad, es hora de recuperarlos. Si trabaja en la administración pública, con más razón, ahora sus viernes son no laborables. Y el cuerpo lo sabe. El imperio de las caricias es un territorio de entusiasmos. Nadie es triste en el sexo.
Cuando vuelva la luz, si eso ocurre, viaje. Prescinda de Cadivi y sus insufribles carpetas, de la carestía de dólares, de las aterradoras tarifas aéreas. Métase en otra historia. Cambie de realidad por dos horas. Evada sin pudor. Ese es uno de los portentos del cine, ofrece pasajes a cualquier rincón de la historia, a cualquier geografía, incluso a las imposibles. Si quiere sentir que todo podría ser peor (porque eso consuela), vea películas sobre el holocausto nazi, sobre la guerra civil española, alquile un documental sobre los espantos de las dos guerras mundiales, sobre Hiroshima, Chérnobyl, Vietnam, el exterminio de indios en Norteamérica, la Inquisición, o la opresión del Islam en el África negra. Pero si la idea es balancear cotufas en su mano y recuperar la risa, la oferta es infinita y va desde Woody Allen, Rob Reiner, Billy Wilder, Almodóvar o hasta el mismísimo Charles Chaplin. La desconexión total se la ofrecen George Lucas o Peter Jackson y la saga del Señor de los Anillos, por nombrar los que me cruzan la memoria apuradamente. En ese tiempo de cotufas, lo juro, dejarán de existir Diosdado Cabello, los pranes, las cifras de inflación y el siniestro Tribunal Supremo de Justicia.
Hablamos de la mente. De su ofuscación. Pues creo fervientemente en el poder de la palabra. En ella vivo, acato sus exigencias y reboso en sus placeres. Lanzarle al cerebro unos cuantos libros puede ser muy rentable. Leer es una aventura que merece ser masiva, convertirse en epidemia y ritual cívico. Leer es tan subversivo como el sexo en la vía pública. Leer es la gimnasia feliz del cerebro. Cuando no tengas adónde ir, gira el rostro hacia tu biblioteca, allí el mundo. No hay mejor antídoto contra la oscuridad. Leer es quedarse y salir a la vez, escalar y sumergirse, hacer del sótano un domingo con mesa de noche. Leer te hace mejor y distinto. Cada vez que abres un libro, prendes un fósforo en tu cerebro. Leer es esa acrobacia que te permite comprender, interrogar y avanzar. Leer es entender que un orgasmo no necesita piel. Un libro es un tren, un niño que dibuja finales, una casa que se estrena, una fiesta en el silencio. Un libro es un categórico acto de civilización. Si queremos sorprender al hastío o deponer el abatimiento, allí está esa caja de palabras que convenimos en llamar libro. Ábrela, lánzate en su estómago blanco, suprime el pudor y los prejuicios. En los libros está la mejor reunión de aventuras que conozca el mundo. Es un club para la inteligencia. Una clave para acceder al misterio de la belleza. Un libro es un espectáculo portátil, una montaña y un amuleto, una zona de revelaciones. Leemos para entender la vida, para convertirnos en ficción, para recuperar el asombro. Leemos para reinar en la perplejidad y el conocimiento.

No tarde más, comience a lanzarle libros a su cerebro. La depresión se irá extinguiendo como una bruma que se aleja.
Cuatro placeres al alcance de la mano. Una forma de resiliencia contra la oscuridad. La esperanza y la acción también necesitan asideros. Algo de dónde agarrarse mientras construimos la salida final de la pesadilla.

miércoles, 13 de abril de 2016

El Parlamento de Kiev aprueba una ley que equipara el comunismo al nazismo

La Rada Suprema de Ucrania (Parlamento) aprobó este jueves una ley que condena el comunismo y el nazismo y prohíbe la propaganda y los símbolos de ambas ideologías. El documento, presentado a la Rada en nombre del primer ministro Arseni Yatseniuk y el Gobierno, fue respaldado por 254 diputados (de los 423 de la cámara) y es parte de un polémico paquete de leyes dedicadas a erradicar el comunismo y a equipararlo a la ideología nazi.
El Estado estará obligado a “realizar investigaciones y publicar información sobre los delitos cometidos por los representantes de estos regímenes totalitarios con el fin de impedir que estos delitos se repitan en el futuro, erradicar la amenaza a la soberanía, a la integridad territorial y a la seguridad nacional de Ucrania y también para establecer la justicia histórica”, según la nota explicativa de la ley recogida por el servicio ZN.ua.

El Parlamento ha declarado el 8 de mayo el “día de la memoria y la reconciliación en honor de todas las víctimas de la
 Segunda Guerra Mundial”.Además, se seguirá celebrando la fecha tradicional del 9 de mayo en la que Rusia y otros países postsoviéticos celebran el día de la “Victoria” de la URSS contra el fascismo.La justificación de las actividades de los órganos de poder soviético y de la seguridad del Estado en Ucrania así como la lucha contra los “combatientes por la libertad” de Ucrania serán consideradas como propaganda. Asimismo, se prohíbe el uso de símbolos como la hoz y el martillo, los escudos de la Unión Soviética y de la República Socialista Soviética de Ucrania, que fue uno de los 15 territorios federados que compusieron la URSS hasta la desaparición de ese Estado en 1991. También quedarán prohibidos el himno, las banderas, las consignas comunistas y las imágenes y los monumentos a miembros del Partido Comunista y al poder soviético y los nombres de las calles y de las localidades dedicadas a éstos.
Ucrania sustituye la expresión Gran Guerra Patria (desde la invasión nazi en 1941 hasta 1945) por Segunda Guerra Mundial (1939-1041) uniéndose así a la terminología habitual en Occidente. El uso público de símbolos nazis o comunistas se podrá castigar con hasta cinco años de cárcel y confiscación de la propiedad y, en el caso de que se trate de una organización que use medios de difusión, con diez años de cárcel.
Las autoridades ucranianas apuntan hacia el Partido Comunista de Ucrania, cuyo líder Petró Simonenko fue interrogado el lunes por el Servicio de Seguridad. Analistas políticos independientes consideran que el veto de los símbolos comunistas resulta inoportuno en la actualidad por cuanto puede recrudecer enconadas polémicas.

lunes, 4 de abril de 2016

Tengo miedo

La descomposición social y la crisis de gobernabilidad se perciben a simple vista. Cuando uno sale a la calle, se puede topar con alguna de estas situaciones o con todas a la vez: aceras sucias y malolientes ; borrachitos y mendigos durmiendo en cualquier parte; personas haciendo necesidades fisiológicas sin ningún pudor; otras ubicadas en los semáforos esperando el cambio de luz para hacer malabares, acompañados de algunos discapacitados; madres con niños en situación de abandono; ancianos que parecieran no poder sostenerse en pie, todos buscando ser premiados con dinero por los conductores.

En las cárceles ya no manda el gobierno, ahora lo hacen los pranes, quienes emulando la figura de los señores feudales, gobiernan en sus feudos administrándolos casi como una empresa privada. Allí se consiguen productos de primera necesidad, cual si de lujosos supermercados se tratara. En esos, eufemísticamente llamados “centros correccionales”, celebran mejores fiestas que las ofrecidas en los más selectos locales del país. Desde las prisiones, las bandas coordinan secuestros, enfían carros robados, expenden a la vista todo tipo de drogas, portan mejores armas que las policías y hasta lenocinios públicos mantienen.

El país se convirtió en un caos. No estamos  seguros a ninguna hora del día o de la noche porque te pueden asaltar saliendo de su casa, caminando hacia la parada del microbús, dentro de la camionetica y, para colmo, ni siquiera dentro de los vagones del Metro de Caracas uno se encuentra a salvo. Los policías nunca están cuando se necesitan y si los encuentra, le puede pasar lo que a un amigo a quien acababan de atracar. El policía le dijo: “Tu como que estás loco, quieres que me arriesgue a que me den un tiro “. En Caracas y algunas zonas de la provincia, ya tenemos zonas liberadas, donde el hampa impone públicos toques de queda, sin que el gobierno se de por enterado.

Algunas personas me preguntan que si no tengo miedo de escribir y de decir públicamente lo que siempre digo,  les respondo que no solamente tengo miedo, estoy aterrado por lo que está pasando. Un frío terrible me recorre la espalda cada vez que mis hijos me dicen que saldrán de noche o llegaran tarde. Como buen católico, la única alternativa que encuentro es encomendarlos a Dios para que los proteja. ¡Claro que tengo miedo! Pero más miedo tengo que la cobardía nos lleve a perder nuestro país. Por eso trabajo todos los días, sin pensar en cargos ni prebendas, solo para ayudar a que, constitucionalmente, esta pesadilla acabe. ¡Que Dios nos bendiga y proteja  a todos los venezolanos!

*Coordinador Nacional de “Gente” Generación Independiente