jueves, 22 de septiembre de 2016

Si usted puede irse de Venezuela, váyase ya



Quizás el título de este artículo pueda parecer un poco amarillista pero, la verdad, es que desde mi punto de vista es lo más realista posible. Con total honestidad les digo que, en este momento, me parece que Venezuela es el país económicamente menos amigable del mundo.

Es que cuando sacas la cuenta de la relación “costo de vida” contra “calidad de vida”, te das cuenta que todo es una soberana **** y, luego de pedir disculpas por el uso de la palabrota, quiero explicarles por qué considero que es así.

Hasta no hace mucho, vivir en Venezuela era chévere, pues todo era “barato”. De hecho, viajar era prácticamente regalado (cupos Cadivi) e incluso para muchas personas era un negocio que representaba ingentes e inmensas ganancias.

Mientras estábamos en el boom petrolero todo era risas y felicidad para la mayoría de los venezolanos (incluso para quienes estaban en contra del gobierno); pero incluso después que comenzó la crisis, para aquellos que tenían ingresos en dólares, Venezuela seguía siendo un paraíso.

Recuerdo a principios de 2015, cuando ya estaba viviendo en Panamá, hice un viaje a visitar a mi familia en el estado Anzoátegui. En esa ocasión me fijé que un perfume Carolina Herrera (que en el istmo costaba 120 dólares) costaba en el centro comercial Plaza Mayor en Lechería (Venezuela) el equivalente a unos 20 dólares cuando hacía el cambio al precio de dólar paralelo, un regalo pues.

Pero, poco a poco, las cosas dejaron de ser así. Por ejemplo, cuando me fui de Panamá a Venezuela (en noviembre de 2015), un kilo de queso vendido en un tarantín improvisado en la calle costaba Bs. 800, o sea, el equivalente a un dólar. Sin embargo, en mayo de 2016 ese mismo queso costaba aproximadamente Bs. 3.500, o sea 3.5 dólares.

Lo mismo pasó con muchos otros productos. Otro ejemplo: Antes de venirme a España, la Coca Cola de 2 litros, estaba en Bs. 1200, o sea, 1,2 dólares. Casi lo mismo que cuesta aquí en Madrid.

Un ejemplo más: Hoy un familiar me contó que compró un kilo de queso amarillo en Bs. 7.000. Tomando como referencia que el dólar paralelo está en Bs. 1.000, quiere decir que ese queso cuesta 7 dólares, unos 6,19 euros el kilo… pues hoy, aquí en Madrid, compré queso Edam (o sea, amarillo), a 5,67 euros el kilo… ¡Más barato que en Venezuela! con la diferencia (claro está) de que aquí alguien gana unos mil euros al mes y en Venezuela como 40.

El punto de este post no es comparar los precios ni tampoco reflexionar sobre la “incomparabilidad” de la relación precio-ingresos, sino comentar mi visión de que ya no vale la pena vivir en Venezuela, especialmente si tienes ingresos en dólares, porque tu gasto mensual es similar al que podrías tener en otro país, pero con una calidad de vida muy inferior.

Lo mismo va con aquellos que tienen como ingreso un salario mensual. Me pregunto ¿qué hacen aún en Venezuela? Como dijeron hace unos años, “despierta, reacciona, es el momento” y yo le añadiría “emigra” porque, si nos vamos a las estadísticas, a los números puros, de 1998 para acá el país ha ido en una involución lenta pero segura. Desde entonces NADA ha sido “mejor que antes” y son ya 18 años en caída constante… Además, para nadie es un secreto que los países “no tienen fondo”, así que, la verdad, aunque vuelva a sonar pesimista, la estadística lo dice clarito…. 18 años seguidos en caída libre y aunque algunas veces pareciera lo contrario, la verdad es que mi escepticismo en ese momento supera cualquier posible esperanza que pudiera tener de que Venezuela mejorará en el corto o mediano plazo.

Mi opinión es que lo mejor es dejar de creer en los políticos y comenzar a pensar en uno… Emigrar te traerá problemas nuevos, de eso no hay duda, pero al menos serán problemas diferentes y no más de lo mismo. Serán problemas que podrás ir solucionando y no como los de Venezuela donde, hagas lo que hagas, siempre son peores, más complicados o más difíciles.

Eso sí, no te vayas a lo loco, prepara tu emigración, vete a un sitio donde puedas estar legal y, sobre todo, haz las cosas bien y sigue las leyes. Porque nada supera la tranquilidad de estar legal y de hacer las cosas correctamente, porque emigrar no es fácil, pero tampoco imposible, y la verdad es que, si puede hacerlo, hágalo, porque ¡Vale la pena!

Por: @EnriqueVasquez



Fuente: http://atodomomento.com/usted-puede-irse-venezuela-vayase-ya/


lunes, 19 de septiembre de 2016

La Reina está enferma

Siempre hemos oído decir que la prensa es el “cuarto poder”. Este término  lo acuñó  el escocés Thomas Carlyle, quien a mediados del siglo XIX, dijo esa expresión, la cual luego fue atribuida al británico Edmund Burke, quien la pronunció en el debate de apertura de la Cámara de los Comunes del Reino Unido en 1787. Burke dijo que había tres poderes en el parlamento: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Señaló que en la tribuna donde se sentaba la prensa estaba el “cuarto poder”, y que este era el más importante de todos.

La soberanía de la opinión pública fue proclamada por las revoluciones liberales como sustitución de la tradicional soberanía absolutista del Monarca. Se consolidaba así un nuevo principio de legitimación del poder asociado a los gobiernos representativos, de carácter simbólico y abstracto pero con fuerza moral y política. La opinión pública adquiría de esta manera un papel fundamental, a tal punto que el científico francés Blaise Pascal dijo: “laopinión pública es como la reina del mundo” e inmediatamente agrego “pero la fuerza es su tirana”.
  
Una prensa libre, que informe sobre la vida ciudadana, es una de las piedras angulares de cualquier sociedad. Sin embargo, en numerosos países los cuerpos de seguridad  persiguen, torturan y matan  a periodistas por informar sobre abusos contra los derechos humanos. Las constituciones la consagran  y los gobiernos juran defenderla pero luego la “libertad de expresión” se convierte en una quimera. El derecho a buscar, recibir y compartir información e ideas sin miedo ni injerencias ilegítimas es esencial para la educación, para el desarrollo como persona, para ayudar a las comunidades, para acceder a la justicia y para disfrutar de todos los derechos.

La prensa debe pertenecer a los ciudadanos, y su fin último debe ser informar de todo aquello que le atañe a ellos. No debe haber mayor interés que el de supervisar a los otros poderes para establecer una democracia sana. Existen bienes que deben ser públicos, como la sanidad, la educación y la prensa. Cuando la prensa se encuentra en manos de los gobiernos, responde  a los intereses de ellos e induce a que la opinión pública sea favorable a los intereses de aquellos que componen el poder. Esta situación se da en todas las dictaduras.  En nuestros tiempos los medios masivos de información constituyen el primer poder.  Su fuerza como contrapeso de los poderes políticos  ha validado su papel en el proceso de rescate del pueblo de las garras de las tiranías más sangrientas y ha consolidado la conquista de los derechos más elementales de toda democracia.

*Coordinador Nacional de “Gente” Generación Independiente
@alvareznv

lunes, 12 de septiembre de 2016

URGE UNA REFORMA EDUCATIVA

Un Escritor y poeta italiano, dijo que un “Excelente maestro es aquel que, enseñando poco, hace nacer en el alumno un deseo grande de aprender.    Arturo Graf (1848-1913)
En Venezuela el atraso existente en materia educativa en las últimas décadas es preocupante, debido que las naciones crecen de acuerdo al crecimiento intelectual de sus habitantes, es por ello que se debe hacer algo en la formación inicial del docente, que es quién forma a los demás profesionales, a ser mejores en sus respectivas carreras desde el nivel preescolar hasta los estudios superiores.
La formación inicial del docente debe presentar como base la pedagogía de la ciencia de la educación, desde el constructo reflexivo de la profesión y de la dimensión de la calidad de la educación,  para lo cual se requiere de un docente formado en los nuevos paradigmas del conocimiento, alejándose de antiguas estructuras inamovibles y preestablecidas que no permiten la innovación y creatividad tanto del docente como del alumno.
Ahora bien, en el contexto global que se encuentra insertada la educación venezolana, corre el riesgo de quedar aislada por no estar actualizada en los paradigmas de educación postmoderna que corre en los países que avanzan acordes a la innovación y la creatividad, elementos propios del pensamiento posmoderno y la postmodernidad.
Parafraseando a Nietzsche (1844-1900)   “El súper hombre es capaz de crear sus propios valores y salir de la mediocridad”, es decir, con la educación el hombre posee la autodeterminación para crear su propio futuro y para eso el docente debe adquirir un conjunto de habilidades y destrezas que le permitan una metodología iterativa entre la investigación y la acción, es decir, teoría y práctica.
En este contexto la revisión y adaptación del currículo y sus respectivos planes de estudios del personal docente debe ser algo pulcro y a la vista del público, de acuerdo a la legislación venezolana, para demostrar que los resultados obtenidos son transparentes y sin manipulaciones de índole alguna,  lo que se quiere es evitar las frustraciones iníciales en que muchas veces cae el docente en su formación.
De continuarse con las políticas educativas presentes en la formación inicial del docente, se pone en riesgo la calidad de la educación impartida en los diferentes niveles del sistema educativo venezolano, entonces, es necesario un amplio y riguroso estudio que involucre a todos los elementos de la sociedad para crear unas políticas públicas, que permitan un nuevo sistema educativo venezolano, que se inserte en la nueva concepción mundial de la educación.
Para concluir, es necesario que el docente postmoderno logre motivar a sus alumnos, no solo para aprender las capacidades profesionales que se requieren, sino también para que se hagan responsables de su individualidad como profesional de la sociedad actual venezolana, con miras que a un futuro cercano estas nuevas generaciones levanten las banderas de las riquezas intelectuales del venezolano y como país se avance con innovación y tecnología, insertados en la era de la información.

ESPERANZA NO ES NOMBRE DE MUJER

  Formato del Futuro…
 " El que manda debe oír aunque sean las mas duras verdades y, después de oídas, debe aprovecharse de ellas para corregir los males que producen los errores. "
                                                                                                    Simón Bolívar 
La última generación de venezolanos que vivió bajo la dureza, crueldad y criminalidad de una dictadura, está reducida a una poca cantidad de ciudadanos. La mayoría ya se marchó. Y es quizás por eso por lo que actualmente, a pesar de los pesares, las generaciones que nacieron a partir de finales de los cincuenta asume el presente, inclusive, como una razón  de fuerza y peso para no apartar la esperanza de su sistema de vida.

Quizás por aquello de que “no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista”. Pero también, sin duda alguna, porque si para el Gobierno gobernar es lo que está haciendo, ante él también hay 30 millones de ciudadanos (¿o de carajos?) que como decía recientemente un corajudo dirigente político, y sin necesidad de invocar el evasivo artículo 350 de la vigente Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, “échale piernas y después vemos en qué termina este atajaperros”.

Es decir, la esperanza, entre otros elementos, sin duda alguna, es uno de los combustibles que predomina en el espíritu de la ciudadanía para resistir la diaria arremetida de la incompetencia, la ineptitud y de la torpeza de quienes detentan el poder. Pero, además, es el gran soporte de una actitud cívica que se forjó durante 40 años de gobiernos civiles y afianzados en la alternabilidad, y que insiste en que, resistiendo y confrontando, sí es posible abrigar un mañana cargado de alegrías y de prosperidad.

Desde luego, y nadie lo niega, también está presente un estado asfixiante de  angustia en ese mismo individual sistema de vida. Es casi insoportable; infartante. Lo refieren los especialistas, quienes ya perdieron la cuenta de nuevos pacientes que describen sistemáticos  -o permanentes- estados de somnolencia; de mal dormir y despertar bañado de sudor y sin ninguna posibilidad de conciliar el sueño nuevamente.

¿Cómo evitar que sea así?.

A diario, hay nuevos escándalos. Tantos como promesas incumplidas, rodeadas de otras que se propagan entre expresiones bobaliconas, argumentos rebuscados y citas históricas manipuladas. Suficientes todas como para que a Pinocho le colgara la nariz hasta la altura de la cintura, ante tantas falsedades que se propagan libremente en la libre sabana que constituye la gran crisis moral que también golpea a la nación. Asimismo, es dramático  el cuadro cargado de niños malnutridos, enfermos y sin posibilidades de subsistir. Y, desde luego, el de decenas de miles de niñas embarazadas dispuestas a ser madres –aunque probablemente sin habérselo propuesto- y muy lejos de pensar en la mínima posibilidad de alimentar a sus criaturas como lo consagra la Constitución.

Por otra parte, ¿cómo evitar la angustia en un ambiente en el que se movilizan millones de ciudadanos que apenas pueden medio comer o que lo hacen sólo una vez al día, después de entregar horas productivas a una cola que se hace al azar, abrigando la expectativa de poder comprar algo –si es que alcanza el dinero disponible-, o de tener la opción de promover un trueque con el vecino permanente o accidental, entre rabias contenidas y frases antigobierno?.

Son angustias que están allí, cerquita, al voltear la esquina. Y que muchas veces las alimenta y fortalece la arremetida del bandolerismo impune que, en nombre del hambre, destruye comercios, saquea a otros, y luego comparte su trofeo con uniformados; es decir, con los llamados a impedir que se promueva el delito; a evitar que la flagrancia, de paso, pase a convertirse en la base de un razonamiento ideológico para justificar un supuesto “acto de justicia” contra el acaparamiento  y la especulación.

Las angustias ciudadanas, sin embargo, también llevan implícitas otras formas de interpretación y de asimilación. Son aquellas que hacen posible que ya el 90% de la población venezolana esté protestando en contra de una gestión de Gobierno matizada por su sordera a indiferencia ante un permanente reclamo y protestas por la carencia de todo. Y que se produce, inexplicablemente, en un país petrolero, que se ufana de tener en su subsuelo las mayores reservas de crudo del mundo, pero que en materia económica insiste en actuar apegado a utópicas concepciones ideológicas propias del Siglo XIX.

Al Gobierno, le basta con echarse sobre sus hombros una bandera tricolor, cantar el ¡Gloria al Bravo Pueblo¡ y hablar de soberanía, mientras reniega de las potencialidades de que dispone el país para evitar que 30 millones de ciudadanos sigan a merced de la agresividad del hambre. Prefiere, en fin, administrar caprichosamente el ingreso sostenido de la renta petrolera, hacerlo a su manera y con base en sus intereses. Es decir, actuar de espaldas a la posibilidad cierta y factible de acometer el desarrollo de los  hidrocarburos con reales y conocidas posibilidades competitivas; mejor dicho, de explotar cuantiosos y valiosísimos recursos naturales de gran diversidad, incluyendo fabulosas tierras fértiles  tropicales aptas para convertir al país en autosuficiente productor y exportador de excedentes de alimentos, y sin comprometer, inclusive, la ventaja de disponer de parajes de ensueño para un exitoso desarrollo turístico.

Lo cierto es que más allá de la accidentalidad histórica del Gobierno del presente, Venezuela dispone de un sinfín de posibilidades ciertas para superar sus dificultades actuales. Es decir, a su alcance tiene soluciones en abundancia y, además, goza de opciones administrativas y gerenciales  para que, a partir de acciones dirigidas a disciplinar el bochinche en el que se ha convertido la rectoría del Estado, pueda conquistar una recuperación progresiva de su economía en breve tiempo.

El problema integral, entonces, radica en la presencia de un equipo de gobierno que no es tal, en una forma de gobernar improvisada y huérfana de objetivos de avanzada, y en su decidida dedicación a seguir sometiendo a 30 millones de personas a los efectos del  capricho equivocado  sobre lo que traduce bienestar familiar y progreso social.

¿Pueden entender los gobernantes y el resto de la dirigencia política que el  problema, entonces, no es ideológico, y mucho menos  el que han tratado de imponer durante los últimos casi 18 años?. Es decir, ¿el tal Socialismo del Siglo XXI definido por el dictador Fidel Castro como Comunismo, y que no funcionó ni en Cuba, según sus propias declaraciones?. ¿Ese que llevó a Venezuela a la ruina, y que ya no convence a nadie, porque terminó convirtiéndose en una pesadilla?.

Los retos de Venezuela son, concretamente, los que la ciudadanía enumera entre colas y rabia: producción, abastecimiento, seguridad personal y jurídica; capacidad de compra y calidad de vida. Estos son los temas que se tienen que abordar  obligatoriamente. Pero también porque la desatención de que son objeto, de la misma manera que hay otros motivos que estimulan esperanzas, constituye la causa de mayor peso para que, ante  las bravuconadas, los desplantes  y las amenazas, la ciudadanía sea capaz de irrespetar a la autoridad, como, según se pudo apreciar en los medios de comunicación y en las redes digitales, habría sucedido en el barrio de Santa Rosa en Margarita, estado Nueva Esparta.

En la Isla de Margarita, una cansada ciudadana, ejerciendo su derecho constitucional a protestar, en este caso haciendo uso de una cacerola, confrontó al propio Presidente de la República. Y lo hizo cara a cara, luego de que  el Jefe de Estado decidiera descender del auto presidencial, para terminar siendo objeto de un gran susto y, según vecinos de la zona, en  un intercambio de palabras subidas de tono, como de empujones. Es decir, en el medio de un espectáculo vergonzoso, y ante los ojos, las narices y la responsabilidad venida a menos de los responsables de velar por la seguridad física de la máxima autoridad administrativa del país.  

¿A cuánto  y a qué más debe llegar el país en su empeño por superar sus graves problemas de hoy?. Hay que buscar soluciones. Pero no, por supuesto, con base  en acciones “entubadas” con la participación de tres exPresidentes nombrados por el oficialismo como mediadores, y cuyo trabajo sólo se ha traducido en gastos.  De mutuo acuerdo, hay que seleccionar un equipo de mediadores de reconocida reputación e imparcialidad internacional y con una agenda de discusión. Desde luego, debe hacerse a partir de la premisa de que todos los puntos, temas o sugerencias a discutir, tienen que estar sustentadas  en la Constitución. Para que, como decía el difunto Hugo Chávez, todo se produzca “dentro de la Constitución, nada fuera de ella".

Sin bravuconadas ni insultos o ironías entre las partes, demostrando sensatez y preocupación por el país y sus ciudadanos, tales mediadores deben  aprender de la historia y sus experiencias, hacerlas valer, convertirlas en ejemplo de lo que no se debe repetir. Bastaría con citar lo que ya ha sufrido Colombia  en una guerra durante más de 50 años, y que está  a punto de concluir, para que se evite vivir otra vez lo peor de lo peor en esta parte de Latinoamérica. Además, ¿cómo no entender, de paso, que la inminencia de ese Acuerdo de Paz también debería formar parte de las inquietudes de la geopolítica venezolana, en el entendido de que si no se actúa en consonancia con dicho paso, lo que no se haga hoy pudiera convertirse mañana en  un motivo para que aquí se registre el desplazamiento de los carteles del narcotráfico Colombiano que, de hecho, ya parecieran haberse comenzado a mover con dicho propósito?.

Entre esperanzas y angustia, sí es posible darle cabida al entendimiento y activar las soluciones. Sólo que tienen que darse en obediencia a una sincera disposición y voluntad política. No para aplacar radicalismos; tampoco para aquietar egolatrías. Mucho menos para propiciar condiciones para una burda pesca en mar revuelto. Porque el país se merece -y necesita- mucho más que eso. Demanda sinceridad; exige integridad y rectitud de quienes pudieran convertirse en protagonistas de una transición no traumática.

Egildo Luján Nava
  Presidente de Fedecámaras Miranda y Director de Fedenaga 

domingo, 11 de septiembre de 2016

Venezuela no alineada

La XVII Cumbre del Movimiento de Países No Alineados (MNOAL), se celebrará del 13 al 18 de septiembre en Nueva Esparta.  Este es un foro político conformado por 120 países en vías de desarrollo de varios continentes.  El  Movimiento  surgió en  Belgrado- Yugoslavia, hoy capital de Serbia,  en 1961, durante la Guerra Fría, por iniciativa de un grupo de países recién independizados, que no quería anexionarse a ninguna de las dos potencias enfrentadas, EEUU y la URSS.

Al inicio, el MNOAL defendía una serie de principios tales como: preservar las independencias nacionales frente a las dos superpotencias; rechazar la pertenencia a bloques militares; repudiar el establecimiento de bases militares extranjeras; defender la autodeterminación e independencia de los pueblos y luchar por un desarme completo y general. Este movimiento  constituye hoy un verdadero caleidoscopio de culturas, niveles de desarrollo, percepciones e intereses.  Su heterogeneidad y pluralismo ideológico configuraron, desde el principio, un factor de fuerza que le permitió atraer diversos países a su seno, concediéndole una importante vocería en las Naciones Unidas.

Sin embargo, en la actualidad, muchos de sus miembros son ajenos a la democracia, otros violan abiertamente los derechos humanos o toleran impunidad en este campo; varios de ellos figuran entre los mayores compradores de armas y otros pretenden imponer su hegemonía frente a países más débiles. Sumado al hecho de confrontaciones entre miembros del movimiento, tales como las guerras Irán, Irak y Kuwait, aparecen las graves situaciones internas en naciones líderes  de la organización, y las posiciones asumidas por los países árabes en los conflictos del Medio Oriente.

Para completar la fotografía, la aproximación de algunos miembros del MNOAL a bloques económicos dirigidos por alguna de las grandes potencias actuales, ha llevado a varios columnistas de prestigio  a etiquetar al movimiento como algo caduco. No les falta razón cuando señalan que se juntan en este movimiento países que están alineados y bien alineados con las grandes potencias, como los Emiratos Árabes Unidos, Qatar o Arabia Saudita, tres países que se unieron a la OTAN para bombardear Libia.

Vale la pena preguntarse qué hace Marruecos hablando de “independencia” e “integridad territorial”, siendo el principal violador de estos principios en el Sáhara Occidental. Palestinos, libios, sirios, saharauis, congoleños y muchos otros pueden preguntarle al MNOAL: ¿Dónde están ustedes cuando las grandes potencias, persiguiendo sus intereses, arruinan nuestros países?”.

*Coordinador Nacional de “Gente” Generación Independiente
@alvareznv

lunes, 5 de septiembre de 2016

TSUNAMI Y CLARIN DE ADVERTENCIA

  Formato del Futuro…

                                             "Es durante nuestros momentos más oscuros, cuando más nos tenemos que centrar en ver la luz”

Sin duda alguna, “La Toma de Caracas” despertó a un monstruo social. Fue realmente lo que sucedió el 1 de septiembre. Muchos escépticos -y con razón- consideraron desde el mismo momento cuando se habló de dicho acto, que la sociedad venezolana ya había dado lo que podía dar en la calle para reclamar derechos. Es decir, que estaba anquilosada, desgastada. Inclusive, resignada a convivir con su miseria; a tener que hacer largas colas y dedicar decenas de horas para poder comprar migajas de alimentos. A sobrevivir entre chistes, burlas y humor negro.

Pero  para fortuna suya, del sistema democrático y del país, eso parecía ser así hasta el 31 de agosto de 2016. Porque al día siguiente, cuando fue llamada a protagonizar una protesta cívica, lo hizo. Y convincentemente. Con la misma decisión y fuerza del 6D del 2015. Definitivamente, con la fuerza propia del fenómeno natural que nace en las entrañas de los océanos, y es capaz de golpear el alma de la tierra firme. Como un verdadero Tsunami. Como la gran ola humana que plenó una parte importante de los espacios viales de la Capital de la República en una cantidad oscilante entre un millón y medio de personas. Como el grito de otros centenares de miles que a todo lo largo y ancho del país, se hicieron presentes en las calles de la nación, para expresar el mismo sentimiento que escucharon los verdaderos demócratas del mundo: ¡Cambio¡.

Todavía no se ha escrito lo debido y suficiente de parte de quienes tratan de interpretar lo que sucedió realmente ese histórico día. No obstante, se ha impuesto una coincidencia: ha sido la marcha o manifestación de protesta pacífica más numerosa, entre todas las que se han celebrado  en el continente americano.

Y si hay disidencias y serias diferencias en la interpretación del hecho como tal, es porque no son pocos los que consideran que dicha actitud de protesta no se puede tomar como una fiesta. Tampoco como un evento alegre. Por el contrario, es el serio mensaje que transmite  una sociedad que lo convierte en clara advertencia, dirigida especialmente a quienes decidieron hacer del ejercicio del poder una adicción, y no el más valioso y útil sistema en el cumplimiento moral de aquello para lo que juraron: servir.

Definitivamente, la sociedad venezolana dijo en Caracas que está harta de desatención, de descuido gubernamental, de menosprecio administrativo. En fin, de “me importa un carrizo el que se queje; y al que no le guste, que se vaya del país”. Y lo hizo -que es lo que pareciera no haberse entendido todavía en las instancias gubernamentales- dejando entrever que está dispuesta a tomar la medida civilizada necesaria y oportuna, para sustituir la desgracia nacional en la que se ha convertido un Gobierno que echó su prestigio al cauce del caraqueño río Guaire, mientras danza y pisotea arrogantemente la gravedad que traduce el hecho de que, según todas las mediciones profesionales más serias del país, cuenta con un rechazo que ronda el 90% de la población.

“La Toma de Caracas” se produjo durante la misma semana cuando en Colombia su Gobierno y una parte importante de  los grupos armados con los que ha confrontado durante más de medio siglo, decidieron poner punto final a una guerra civil que se tradujo en la muerte de más de 220.000 ciudadanos, sin incluir desplazados y migrados. Mientras que en Brasil, sus instituciones se ocupaban de dejar sin efecto el ejercicio presidencial de Dilma Rousseff, por violación de las leyes que debió honrar con cumplimiento transparente. Sólo que en Venezuela, los radicalismos políticos hacen caso omiso de ambos hechos. Y optan por minimizar, de paso, la importancia y trascendencia de lo que sucedió el 1S, por lo que se hace necesario poner sobre el tapete público la advertencia acerca del grave peligro en el que se encuentra apoyado el país, de entrar en una confrontación social que arroje consecuencias impredecibles.

La ciudadanía venezolana dio una demostración fehaciente de sus raíces cívicas con su participación en un evento de esta magnitud, sin mayores hechos de violencia y ajustada al respeto constitucional. Y al liderazgo político, de uno y otro grupo, ahora le corresponde asimilar la magnitud y alcance del mensaje subyacente en dicha conducta: que es necesaria una solución pacifica, y si es inmediata mucho mejor.

La paciencia y tolerancia colectiva no se puede medir con un termómetro. Es sólo comparable con la fuerza de un volcán, cuya explosión puede entrar en actividad sin previo aviso. 

El momento no puede seguir siendo otra ocasión para que el Gobierno Nacional insista en recurrir a más violencia, a más insultos. Y eso incluye al propio  Presidente de la República, quien, definitivamente, tiene que reencontrarse con la importancia del cargo que ostenta. 0cuparse de gobernar.

Ya es hora de que el Jefe de Estado someta a reposo su sistemática e irresponsable dedicación al uso de improperios contra líderes de la oposición, como contra la sociedad venezolana en general. También su desafortunada recurrencia a la frágil idea de que su visión gubernamental comienza y termina en la imagen de la minoría que lo acompaña y le adula. ¿En qué radica lo útil, asimismo, del apego  al empleo de aburridas, repetidas e irrelevantes cadenas de radio y televisión, y más para tratar infructuosamente de convertir mentiras en verdad, como el triste caso del manejo de cifras de asistencia a eventos públicos que están ante los ojos de propios y extraños, de venezolanos y del resto del mundo?.

Al final, citas relacionadas con cifras como las que empleó desde la Avenida Bolívar en Caracas el propio 1S, en cuanto al número de personas que estaban en uno y en el otro sitio, más que risa, lo que provoca son convicciones: resulta fácil mentir; se cree en que la sociedad venezolana naufraga en la estupidez; no hay capacidad imparcial para deducir que el propio Gobierno es una farsa; no se sabe cómo administrar el miedo a perder el control del poder.

Cuidado. Porque si el Gobierno pierde el respeto total de la ciudadanía, nada ni nadie podrá impedir que  todos los venezolanos pierdan lo mismo por igual.

Es hora de trabajar y de concluir en un acuerdo. En las guerras, sólo se cuantifican  los resultados a partir del número de bajas, de muertos. El mensaje que transmitió la ciudadanía el 1S, no es que quiere soluciones a partir de una guerra y de decenas de cadáveres como consecuencia de la ausencia de voluntad política para llegar a entendimientos. Lo que el pueblo quiere, definitivamente, es una corrección de rumbo; un cambio de sistema; una ya inevitable e improrrogable rectificación.

A quienes están hoy al frente de la jefatura del Estado, les corresponde actuar en consecuencia. Es decir, no seguir atados a argumentos baladíes; a consignas huecas; a un costoso y oxidado populismo. Porque eso no remedia ni se ocupa de lo que necesitan 30 millones de venezolanos, y con urgencia: que se erradiquen el hambre, la escasez y la miseria; que cesen las muertes por mengua y el desabastecimiento de medicamentos. Que la inseguridad y la violencia dejen de ser la carta de presentación de la actual gestión de gobierno.

No es un canto a la utopía llamar al entendimiento y a un acuerdo que evite la prolongación y agravamiento de las tragedias que ya se viven. El tsunami social del 1S dio a conocer el alcance y propósito de su mensaje. Es cuestión de escuchar, asimismo, la oportuna utilidad de ese gran CLARIN que lanzó la ciudadanía-repetimos- como una gran advertencia. Saberlo hacer pudiera implicar, de hecho, la posibilidad de liberar a Venezuela de -¿cómo Colombia?- tener que vivir una posible y devastadora desgracia.
                                                                                                                           Egildo Luján Nava                                                                               Presidente de Fedecámaras y Director de Fedenaga

Caricatura 05/08/2016

Imagen cortesía de: http://lamedia.com.au/

viernes, 2 de septiembre de 2016

Fascismo

Como fascismo se denominó el movimiento y sistema político y social de carácter totalitario, nacionalista, militarista y antimarxista que surgió en el siglo XX en Italia. La palabra proviene del italiano fascio, que significa ‘haz’ o ‘fasces’, símbolo asumido para caracterizar este movimiento.
Como tal, era un sistema político que se proponía a sí mismo como una tercera vía ante el comunismo y el liberalismo imperante en la época.Fue fundado en 1921, después de la primera guerra mundial, y llegó al poder en Italia en 1922, de la mano de su creador,Benito Mussolini.

Los regímenes fascistas se caracterizaron por su talante fuertemente dictatorial, contrario a las libertades individuales y colectivas; por su tendencia a ilegalizar cualquier tipo de oposición política, bien fuera partidista o espontánea; por controlar los medios de comunicación, manipular el sistema educativo y poseer un eficaz aparato propagandista.
El fascismo instauró regímenes de partido único, donde el poder se concentraba mayoritariamente en manos de su líder, por lo general, un caudillo carismático de gran arraigo entre las masas. Además, proponía el centralismo en detrimento de los localismos.
Por otro lado, eran sistemas radicalmente nacionalistas, cuyo proyecto fundamental era la unidad y el progreso de la nación. Tenían políticas expansionistas y militaristas de carácter imperialista. Explotaban en su favor los sentimientos de miedo y frustración de la población para exacerbarlos a través de la violencia, la represión o la propaganda.
Esta ideología tuvo enorme repercusión a nivel político durante buena parte del siglo XX.
En Italia, donde surgió, el fascismo estuvo en el poder desde 1922 hasta el fin de la segunda guerra mundial, en 1945. Era fuertemente nacionalista y pretendía instaurar un corporativismo estatal, con una economía dirigista.
En Alemania, el fascismo se expresó con el nazismo. Como tal, contó con el liderazgo de Adolf Hitler. Se mantuvo en el poder entre 1933 y 1945, periodo durante el cual se expandió por Europa desatando la segunda guerra mundial. Tenía un fuerte componente racista. Su fin estuvo marcado por la derrota de Alemania ante el bloque aliado.
No obstante, en otros países europeos como España, con el falangismo liderado por Francisco Franco, y en Portugal, con António Salazar, el fascismo se mantuvo en el poder hasta mediados de los años 70. En Latinoamérica, llegó incluso a sobrevivir hasta finales de los años 80.
Por otro lado, la palabra fascismo también ha pasado a designar determinadas actitudes o posturas en las que se reconoce cierto talante autoritario y antidemocrático, y que, en consecuencia, se asocia con ese movimiento. En este sentido, se usa con fines peyorativos independientemente de la exactitud de la correspondencia con el significado real de la palabra.