miércoles, 26 de abril de 2017

Edgard J. González: Desnudo con biblia


Hans Wuerich es un joven obviamente romántico e idealista, que harto de la insensata violencia del régimen para impedir que el pueblo se exprese, decidió convertirse en un inequívoco símbolo de la genuina intención de recuperar, por medios pacíficos y legítimos, el hilo constitucional y democrático -la esencia del reclamo opositor-: Caminó hacia las tanquetas desnudo, con una biblia en su mano alzada. No pudo estar mejor representada la indefensión y el propósito civilizatorio de su arriesgado y noble gesto. Sin embargo, le dispararon perdigones y -caso de que ocurriera el debido juicio- nos encantaría escuchar los alegatos de quienes agredieron con arma de fuego a este genuino ángel, para justificar su agresión al joven desnudo con un libro. ¿Argumentarán que representaba un peligro para la integridad de la tanqueta, o que en la biblia estaban los pormenores del plan golpista? Yo lo asocié enseguida con otro episodio de patológica agresión a un desvalido; ¿Recuerdan al camillero de la Cruz Roja cubana que le dio golpes, con la mano y con la camilla, a un ciudadano -Andrés Carrión Álvarez- que tuvo el coraje de gritar consignas contra la dictadura, tratando de ser escuchado por el Papa Benedicto 16 en Santiago de Cuba? En marzo del 2012, un supuesto paramédico de la Cruz Roja, alguien que está para sanar heridas, no para producirlas, agredió a un hombre sometido e indefenso. Su fanatismo lo forzó a ganarse unos puntos ante la Nomenklatura, que premia toda delación de sapo cooperante, toda agresión de gorila en ciernes contra disidente, el enemigo a exterminar. Lo que motoriza los cobardes ataques de pandillas de mercenarios del régimen castrista, contra las Damas de blanco, que caminan con la frente en alto y rebosantes de dignidad, para reencontrarse cada semana con sus cobardes verdugos, agredidas por exigir libertad y Democracia. Son basura y estorbo los regímenes que agreden a ciudadanos inofensivos que piden respeto a los Derechos universales de la Humanidad. En Venezuela y en Cuba, cada día está más cerca ese amanecer de la transición por el que nos esforzamos.

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