viernes, 6 de julio de 2018

Antonio Sánchez García: El comunismo es nuestro enemigo principal (I)

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Antonio Sánchez García: El comunismo es nuestro enemigo principal (I)

Hay un convencimiento a nivel internacional de que estamos frente a un narco Estado. ¿Usted está de acuerdo?

-Es más que un narco Estado, es un Estado mafioso. El concepto lo estableció el sociólogo polaco Bálint Magyar quien fuera ministro de Educación en el primer gobierno democrático tras la caída de la dictadura prosoviética de Polonia. Para Magyar, se trataba de un gobierno articulado en torno a grupos de mafias; de "familias" que controlaban el Estado para sus propios fines. Un hecho inédito en la historia política de Europa Oriental.

-Es algo mucho peor que un narco Estado. Porque ese narco Estado, para serlo, tiene que comenzar por ser un Estado mafioso; vale decir, un Estado controlado por grupos hamponiles, criminales; vinculados, en nuestro caso particular, con mafias internacionales. El narcotráfico es un crimen internacional organizado, y hacer uso de todas las potestades que se controlan desde un Estado significa abrirle las puertas a la criminalidad más desatada. 

-Es lo que sucede en Venezuela desde que gobierna el chavismo; han montado un Estado mafioso; un Estado en manos de unos grupos criminales uniformados y civiles para poder traficar en gran escala. A escala mundial, constituyéndose en una amenaza real a la seguridad de Occidente, como lo estableciera el gobierno de los Estados Unidos y la Unión Europea. Un Estado mafioso para poder apoderarse, además, de la plusvalía que pueda generar todavía el petróleo, y que pueda generar, asimismo, el control de todas las actividades comerciales y mercantiles en nuestro territorio.

-Un Estado mafioso en manos, además, de una dictadura cívico-militar. Ahora, el problema grave es que no estamos ante una dictadura convencional; no estamos ante una dictadura como la pinochetista, que estuvo dispuesta a ceder el poder. Porque mafias no sueltan el poder. Mafias deben ser desalojadas, y hay que comprenderlo. Y si no es posible hacerlo con las fuerzas democráticas internas, pues no queda otro recurso que una intervención humanitaria. Es la alternativa a que nos empuja la indefensión de unas fuerzas armadas controladas por las mafias internacionales y el Estado cubano.

-Se trata de un problema, además, que a mí me interesa mucho destacar, porque el recurso de una intervención humanitaria no es inédito en la historia de Venezuela. Lo planteó Bolívar en 1828 y Fermín Toro en 1848, cuando la sociedad venezolana se vio a la deriva de fuerzas hamponiles, criminales y asesinas. Las dos más importantes aspiraciones de Simón Bolívar, antes de su muerte, fueron, en primer lugar, lograr dirigir una dictadura para poner en vereda a la sociedad venezolana. Y la segunda, fue el recurso a lo que podríamos llamar hoy intervención humanitaria, a saber, solicitar el auxilio de un imperio europeo como Inglaterra; capaz de controlar el desorden, el caso y el canibalismo que se había desatado entre las distintas clases y razas, en lo interno, y entre las distintas colonias emancipadas, en lo externo. 

-A mí me llama mucho la atención que entre quienes reclaman el recurso a la intervención de un gobierno amigo para reestablecer el orden, la paz y el estado de derecho en Venezuela, el más legítimo de los recursos bolivarianos despierte tanto rechazo. Porque eso es lo que yo quiero destacar: la principal aspiración de Bolívar, antes de morirse, fue conseguir, que Inglaterra se hiciera cargo de América Latina.

Pero esa aspiración suya comprometía a Inglaterra que tenía muy buenas relaciones con España, además se veía como una especie de recolonización. ¿No le parece?

- Pero no se trataba sólo de los ingleses. El principio era todavía más importante. Yo le quito todo lo que es su concreción histórica y dejo el anhelo, el deseo, el proyecto. Bolívar supo que no existían fuerzas “endógenas” en América capaces de asumir el control de estados de derechos recién emancipados, y que para lograr dicho control se requería la intervención de un tercer poder, por así decirlo.

-Eso es muy importante. En 1829, estando en Quito, le dirige un oficio al ministro de Relaciones Exteriores de Colombia, instándolo a invitar a los ingleses a considerar muy seriamente la intervención de Inglaterra para establecer un protectorado en nuestro país. A mí me resulta muy trágico haber resucitado a Bolívar; para que, al final, estemos exactamente en el punto inicial. Como si hubiéramos dado una vuelta de 360 grados. Hemos girado sobre nuestro propio eje, y aquí estamos con un país, absolutamente, devastado, liquidado, aniquilado; mirando para pedir quien nos eche una mano. Como Bolívar en medio de su desesperación, ya al borde de la muerte.

El alegaba que este país iba a caer en manos de la multitud desenfrenada para pasar luego a ser gobernado por tiranuelos de todas las razas y colores. ¿Fue una predicción suya?

-Lacerante. Y ahí mismo expresa una frase, en esa carta que le envía a Juan José Flores, presidente del Ecuador, que devorados por todos los crímenes y extinguidos por la ferocidad, los europeos no se dignarán ni siquiera venir a conquistarnos; es decir, que ni siquiera provocábamos ser presas de un colonialismo extranjero; es cuando, además, dice que ha arado en el mar, etcétera.
En consecuencia, ¿usted cree que vamos hacia una africanización del país si sigue en manos de Nicolás Maduro?

-Bueno, yo no sé si vamos hacia o si ya estamos en una suerte de africanía. Lo cierto y real es que no se ve poder ni solución a la catástrofe por ninguna parte. Sólo se ve ambición, robo, estupro; sólo se ve una situación desesperada, Yo verdaderamente no sé cómo hacen los venezolanos para sobrevivir. Pero cualquier cosa cuesta veinte, cincuenta, cien millones de bolívares, y no se ve coto, no se ve una política alternativa, y estamos en esta situación trágica, en que un sector, el más consciente, reclama esa intervención humanitaria; mientras el resto está observando anonadados, apopléjicos, como desde la barrera. Nunca la situación de la oposición venezolana había sido más deleznable como en este momento. Se deshilacha, se deshace a pedazos.

¿Cómo ve usted la intervención del gobierno cubano en Venezuela? ¿Estamos ante un protectorado o un imperialismo?

-No. Hay un término perfecto: satrapía, forma de gobierno que establecían los poderosos en la India para controlar con sus agentes las regiones, las gobernaciones. El sátrapa era el sub dictador a cargo de una región específica. Maduro es un sátrapa de los cubanos, y nosotros somos una satrapía de Cuba. 

-Lo hacen, además, de una manera insólita, en la más total y absoluta impunidad; en primer lugar, por una falta de conciencia nacional y patriótica de los latinoamericanos que ha permitido la sobrevivencia de una tiranía comunista durante sesenta años. Nadie señala que, efectivamente, lo que hay en Venezuela es una tiranía mafiosa castro-comunista. Se trata de un tema que no se toca, no se sabe; o sea, el convidado de piedra de todos estos sesenta años han sido los cubanos.

-Es Don Juan Tenorio, el personaje a quien nadie se refiere. Nadie señala en la OEA la existencia de una tiranía ya sesentona, y debo decirte lo siguiente: el ex secretario general José Miguel Insulza, un marxista chileno, se jugó la vida por conseguir no que Cuba dejara de ser una tiranía, sino que como tiranía formara parte de la OEA. Entonces, no hay una confabulación, sino una alcahuetería con el castro-comunismo en América Latina. Algo que debiera avergonzarnos. Pero nadie se hace cargo, nadie lo menciona. Y en el colmo del entreguismo y la alcahuetería, Barak Obama le abrió las puertas de la democracia norteamericana, como si hiciera una gracia. Aberrante. Tan aberrante como el papa Francisco abrazado a Fidel Castro.

-Nadie menciona la palabra comunismo en América Latina. Allí están los comunistas chilenos; haciendo su labor de zapa bajo el gobierno de Sebastián Pîñera. Exactamente como lo hicieran durante su primer gobierno, cuando echaran sus mastines estudiantiles a las calles. Ya incendian colegios. Allí estarán con Petro en Colombia haciendo su trabajo de zapa con Iván Duque, y así están todos los gobiernos: en Argentina, en Brasil, o sea, convivimos en América Latina desde hace sesenta años con el castro-comunismo. Constituye el invitado de piedra de nuestra vida política y es un hecho grave, que debería ser enfrentado con rigurosidad. No lo enfrenta nadie.

-El comunismo es nuestro enemigo principal y hay quienes alaban la abierta disposición que mostrara Barak Obama para entenderse con la Cuba comunista. Son cosas verdaderamente oprobiosas.

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