lunes, 29 de mayo de 2017

Disputa Entre Venezuelas

“Deshonra no es ser vencido, sino no haber luchado”
Pierre de Caoubertin

Formato del Futuro…
Entre los venezolanos, incluso entre muchos de los que han estado en la calle reclamando verdadera libertad, y más y mejor democracia desde hace más de 50 días, obedeciendo siempre a la convicción de que vive en un país democrático, sigue sin comprenderse cuál es el verdadero alcance y propósitos de lo que el malquerido Presidente Nicolás Maduro Moros se ha planteado alcanzar con su propuesta de la Asamblea Constituyente Comunal.

Es más, para varios que se atreven a estructurar una posible interpretación del hecho, hasta les resulta relativamente cómodo, por no decir ligero, atribuirlo a un acto ya identificado sin mucho rebuscamiento. Ese no sería otro que el de un hombre desesperado y acorralado por sus errores, como por la presión de sus aliados más cercanos, que recurre a una nueva manera de reencontrarse con otra alternativa de rescatar los soportes de sus extraviados objetivos como  administrador nacional. Y que en el camino, además, se aprovecha de la utilidad que le dispensa la ventaja de haber convertido cada bolsillo de cada una de sus vestimentas en sitio de reposo para cada uno de los poderes públicos.

En el avance interpretativo, sin embargo, se desatiende la presencia de un hecho determinante en razón del cual se han dado ciertos pasos administrativos durante las últimos meses y semanas. Y es la conformación por vía de Decretos y decisiones presidenciales amparadas en una supuesta Emergencia Económica, de lo que sería el articulado del Plan de la Patria convertido en la nueva Constitución, y que haría de la de 1999 un simple papel para el recuerdo sobre el ya inútil chavismo.

Pero que, además, haría posible el otro triple propósito gubernamental que tampoco se coloca en la agenda de los análisis y debates de la promovida Constituyente Comunal: la desaparición del formato legislativo y de la Asamblea Nacional actual; la erradicación del sistema electoral vigente a la venezolana; y la posibilidad de, como en el caso del chavismo, dar por culminado el sistema de vida de los –desde entonces- mal llamados partidos políticos, porque sólo quedará uno. Sí. De la misma manera que en Cuba, Corea del Norte y como le gustaba a la Irak de Sadam Hussein: elecciones para un solo candidato que siempre “ganará”, gracias al apoyo del 99,99% de la población. Es decir, no como en la actualidad.

Dicho de otra manera, sería la forma como, finalmente, luego de casi dos décadas de acción gubernamental y más de medio siglo de presencia activa comunista en Venezuela, la otrora nación que alguna vez fue el emblema de la libertad  política en el Continente, pasa a convertirse en el santuario de aquello con lo que alguna vez soñaron al unísono desde las entrañas del Foro de Sao Paulo Fidel Castro y Luis “Inacio” Lula Da Silva: punto de partida y llegada financiera del nunca muerto sistema comunitario regional. Y todo para satisfacción del amo, dueño, absolutista neoemperador venezolano Nicolás Maduro Moros.

Por supuesto, si osado y hasta atrevido pudiera calificarse dicho razonamiento en el medio de la tormenta sulfurosa y sobrecargada de pólvora que recorre el país de lado a lado, incluso por sobre los derechos a la vida y a la propiedad privada de la ciudadanía, sólo habría que añadir otro condimento: el comportamiento interesadamente cariñoso  en materia afectiva y financiera de Vladimir Putin y la Rusia siempre presta a hacerse presente en la región, además del soporte de cualquier cosa en extensión también al financiero de China y su nunca decorosa manera de meter la mano donde puede hacerlo.

En otras palabras, la mesa ya está servida para que haya motivos -y de mucho peso- dirigidos a justificar la necesidad y conveniencia gubernamental de que se constituya la ya cantada Asamblea Constituyente Comunal, cuente o no cuente con la aprobación, bendición o certificación de lo que eufemísticamente llaman ellos pueblo. Y también para que ese identificado “quiebre” histórico del que tanto se habla en cualquier rincón o recinto político venezolano, se convierta en el preámbulo de la “nueva” Venezuela.

De un nuevo país que -entiéndase- no es el sinónimo de la nación decididamente comprometida con un futuro de cambios. No. Ese no.  Sí con la del  acercamiento acelerado hacia el sitio en donde también dos Venezuelas se disputaron caminos a finales de la década de los cincuenta, hasta que su población civil y la militar no comprometida con góndolas entre albañales;  su dirigencia democrática y una sociedad ansiosa de desprenderse del lastre de montoneras, caudillos y gorilas, se la jugaron.  Y de tal manera lo hicieron, que le dieron a su Patria la posibilidad de aprender a vivir en Democracia, con fallas, impura y hasta cargada de contradicciones, pero Democracia al fin.

Lo que no se sabe hoy, sin embargo, es si esa misma conjunción histórica venezolana reaparecerá, se la jugará, y le permitirá al país liberarse del grave riesgo al que se expone en la actualidad y en presencia de decenas de otros países que se dicen ser auténticamente democráticos. 0 si, por el contrario, las alianzas internas y externas que hasta se les ubica en los peores lugares del mundo en donde se dan la mano la violencia política, los compadrazgos armamentistas y el negociado de variopintos delitos globales, le terminan tendiendo la cama para su solaz, a la Venezuela cuya conducción se conforma con retroceder. Por aquello de que avanzar, implica compromiso  moral y hasta trabajar, si es que se quieren engordar las arcas particulares, entre caimanes y competidores de ocasión.

Las diferencias se desplazan como las manillas del reloj. Pero los pasos humanos en esta nada aséptica jugada, disponen del útil soporte de no tener que atender a obligaciones constitucionales, o compromisos morales con el resto del mundo, dado el sueño de los justos del que disfrutan togas y birretes para saber justificar lo injustificable De ahí que se considere que el tiempo disponible para reaccionar, es poco; menos, de hecho, para impedir lo que luce inminente

Sin embargo, nada de eso imposibilita, según los términos y condiciones planteadas, que despierten los que puedan despertar; que hablen los que puedan hablar; que actúen los que pueden actuar. Pero teniendo presente que para llegar hasta allí, primero hay que despertar; pensar; reaccionar; decidir cuál es el aporte que se desea hacer, para detener la rocambolesca y  desquiciante marcha hacia lo trágico, que no es otra cosa que el funeral de la libertad en Venezuela.

Egildo Luján Nava
Coordinador Nacional de Independientes Por el Progreso (IPP)

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