sábado, 17 de junio de 2017

El Canto de un Pueblo Asesinado

Hay interrogantes que no tienen respuesta y son como un eco infinito en la historia de la civilización: ¿Cómo uno de los grandes filósofos del siglo XX, Martín Heidegger pudo sentirse identificado con Hitler y su movimiento Nazi?  Nunca podremos entender como una mente tan brillante pudo sucumbir ante la oscuridad pese a la inmensa fuerza del amor y me refiero al eterno idilio con su alumna Hanna Arent, cuyos ensayos sobre el totalitarismo siguen siendo hoy una referencia fundamental en las Ciencias Políticas.   El horrendo exterminio de millones de judíos, éticamente no difiere del asesinato de 68 venezolanos por razones políticas, aunque sea una vida pérdida por causa de la intolerancia y la represión es algo irreparable. Pero no hablemos de intelectuales o grandes filósofos, preguntémonos cómo los militares y todos los burócratas que le meten el hombro a esta criminal dictadura pueden dormir tranquilos y ver a los ojos a su familia. ¿Qué monstruo albergan en su alma? De pronto quisiera preguntarle a Tarek William Saab ¿Cómo alguien que presume ser poeta puede mostrarse tan insensible ante el sufrimiento de nuestro pueblo? ¿No ha visto los videos donde se tortura a compatriotas? ¿Cómo justificar tanta violencia desde el Estado?  ¿Cómo explicar que en Venezuela el pueblo no puede llegar a la Defensoría del Pueblo sin ser salvajemente reprimido?  En fin, son tantas preguntas...  Pero la maniobra reciente contra la Fiscalía General de la República sugiere que es inútil insistir para sacarlo de la indolencia. Ojalá me equivoque y en algún momento oiga a su hijo.
Quizás por los orígenes de mi abuelo Salomón Salama -a quien debo mi segundo apellido- o por mi vieja afición a la poesía, vino a mi mente en estos días “El canto del pueblo judío asesinado” y su autor Itsjok Katzenelson.  El poeta bielorruso vivía en una pequeña ciudad polaca cuando la invasión alemana y en 1941 -junto a su esposa y sus 3 hijos- fue confinado al gueto de Varsovia.  En medio de la indigencia se dedicó a tareas sociales y a la educación clandestina, organizó veladas literarias, teatro con los niños judíos y centenares de copias manuscritas de sus poemas circularon profusamente en el gueto. Su poesía -popular, muy lúcida y valiente- era un llamado a la resistencia. Un día al regresar a casa con su hijo mayor, encontró que su esposa y sus otros dos hijos fueron deportados a un campo de exterminio donde fueron ejecutados.  En medio de un inmenso dolor, ambos se unen a la Organización Judía de Combate. Luego logran escapar del gueto pero caen en una trampa, son capturados y deportados a un campo de concentración al noreste de Francia.  A partir de ese momento (octubre/1943) comienza a escribir en prosa un conmovedor testimonio personal sobre esa aterradora experiencia de vida. Su muerte inminente no quebró su espíritu literario. En febrero de 1944, consciente de su fatal destino, reparte 5 copias de “El canto del pueblo judío asesinado” entre sus compañeros y entierra una bajos las raíces de un viejo árbol. El 29 de abril de ese mismo año son deportados a Auschwitz y el 1º de mayo Itsjok Katzenelson y su hijo Zvi son asesinados en la cámara de gas en Birkenau.  Ojalá la sensibilidad y el valor de este poeta judío sirva de ejemplo para todo aquel que hoy exhibe la indolencia de los esbirros nazis.  Mientras tanto al pueblo venezolano asesinado le cantan los muchachos de la Vino Tinto con su proeza y los estudiantes con su heroicidad, cantemos todos con la valentía que heredamos de Simón Bolívar.  ¡Venezuela no se rinde! 

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