“Porque,” le pregunte a Hitler, “¿te llamas a ti mismo un Nacional Socialista, si tu programa del partido es la anti-tesis de lo que comúnmente se acredita al socialismo?”. “El socialismo”, Hitler respondió, mientras bajaba su taza de té, de manera pugnaz “es la ciencia de tratar con el bien común. El comunismo no es socialismo. El Marxismo no es Socialismo, los marxistas han robado el término y han tergiversado su significado. Me llevare el socialismo lejos de los socialistas”
“El socialismo es una antigua institución aria, germánica. Nuestros antepasados alemanes mantenían ciertas tierras en común. Cultivaban la idea del bien común. El marxismo no tiene el derecho de disfrazarse de socialismo. El socialismo, a diferencia del marxismo, no repudia la propiedad privada. A diferencia del marxismo, [el socialismo] no implica ninguna negación de la personalidad, y la diferencia del marxismo, [el socialismo] es patriótico.
“Podríamos habernos llamado a nosotros mismos al Partido Liberal. Elegimos llamarnos los Nacional Socialistas. No somos internacionalistas. Nuestro socialismo es nacional. Exigimos el cumplimiento de las justas demandas de las clases productivas por parte del Estado sobre la base de la solidaridad racial. Para nosotros el estado y la raza son uno.”
“Queremos una gran Alemania que una a todas las tribus germánicas. Pero nuestra salvación puede comenzar en el rincón más pequeño. Incluso si sólo tuviéramos 10 hectáreas de tierra y estuviéramos decididos a defenderlas con nuestras vidas, las 10 hectáreas se convertirían en el foco de la regeneración. Nuestros trabajadores tienen dos almas: Una es alemán, la otra es marxista. Debemos despertar el alma alemana. Tenemos que arrancar de raíz el cancro del marxismo. El marxismo y el germanismo son antítesis.
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